La inversión en Inteligencia Artificial tiene varios puntos que se deben tener en cuenta. Desde la cadena de componentes electrónicos hasta los productos y aplicaciones posibles. Sin embargo, hay quienes cuestionan la sobrevaloración de sus activos, a la vez que alertan sobre los riesgos que se generan a partir del propio uso de la tecnología.

La inversión en Inteligencia Artificial tiene varios pormenores que se deben tener en cuenta. El listado de ítems que componen el mercado es extenso, y será mayor a medida que se desarrolle su potencialidad. Por ejemplo, están las áreas de componentes electrónicos necesarios, el sistema de chatbots, y hasta el perfil de las empresas tecnológicas detrás de la IA. En ese sentido, Microsoft está marcando el ritmo de los mercados, con una participación accionaria de OpenAI y la anunciada adhesión de ChatGPT a su Paquete Office.

Algunos analistas sostienen que, como toda tecnología, la IA generativa puede caer en la sobrevaloración. De hecho, es el propio Jonathan Tseng, miembro de la gestora de activos americana Fidelity International, quien advierte los ingresos de Microsoft no serían tan importantes como se espera. Y que, en realidad, la tecnología mencionada tampoco será determinante para las finanzas de sus otras dos competidoras, Google y Amazon. En el camino de su desarrollo, la IA se puede topar con varios problemas a resolver, como los valores sobrecomprados, los cambios en los regímenes laborales y las tensiones geopolíticas en un mundo cambiante.

Inversión en Inteligencia Artificial

Son varios los ítems que componen el mercado de la IA, desde la fabricación de los componentes electrónicos e informáticos, los Chatbots (que ya de por sí tienen su propia especialización), hasta el mencionado perfil o la exposición a la que se encuentran las empresas tecnológicas y las regulaciones que los gobiernos ya piensan en implementar.

Con todo, no se trata de una burbuja, ni mucho menos. La inversión en Inteligencia Artificial ha ayudado a que Microsoft aumente en un tercio su cotización en solo seis meses. En este punto, el analista tecnológico de la gestora Fidelity International, Jonathan Tseng, asegura la IA generativa no será determinante para las posiciones de Microsoft, como tampoco lo será para sus dos grandes competidoras: Amazon y Google. Tseng advierte sobre un “exceso de entusiasmo” que ha provocado la tecnología, y que ello se basa más en los usos de la IA generativa que en las valoraciones reales de las empresas.

En ese mismo rumbo, desde la consultora de tecnologías de la información Gartner, también advierten sobre tal exceso, que se repite toda vez que una nueva tecnóloga que surge. El análisis que realizan desde Gartner es que, como toda novedad, tiene su fase de entusiasmo excesivo, para luego pasar a la desilusión y luego el reacomodo en el mercado correspondiente. Por ello, a la IA generativa, sentencian “todavía le queda mucho camino por recorrer”.

Se trata de un fenómeno de valores sobrecomprados. En el primer momento, ingresan los fondos especulativos, ligados más al posicionamiento de la tecnología que a obtener rentabilidades. Esto puede traer aparejado que esos valores pasen a ser de alto riesgo. Por ello, lo mejor sería dirigir la inversión hacia la cadena de valor subyacente en la IA generativa, por ejemplo, en el sector de semiconductores.

Desafíos de la IA

Las tecnologías siempre son el resultado del producto histórico de una sociedad. En este caso, la informática desarrollada durante décadas permitió el salto innovador de la IA generativa. Y podemos decir es una herramienta extraordinaria para realizar determinadas tareas y funciones a una rapidez sin igual. Pero tiene aspectos que son necesarios revisar. Y que se deben tener en cuenta a la hora de realizar una inversión en Inteligencia Artificial.

Por ejemplo, al basarse en procedimientos predetermados y repetitivos, la originalidad y la calidad del contenido que produce no siempre van a ser los esperados. Es una tecnología más que efectiva para generar imágenes realistas, para copiar con un alto grado de fidelidad obras de arte o fotografías.  Pero sus errores, a veces groseros, dejan un interrogante acerca de la posibilidad real que reemplace el trabajo humano.

Entre los desafíos que deben resolverse está todo lo vinculado a la propiedad intelectual, las falsas noticias, contenido ofensivo y las estafas vinculadas a la simulación de identidad y su manipulación, y varias cuestiones más. Los ataques reales y posibles ya no serían de las maquinas contra los seres humanos, sino más bien de los propios hombres utilizando la IA generativa para lucrar con ella.

Los grandes hombres detrás de la IA, como Elon Musk y Geoffrey Hinton alertaron sobre estas cuestiones. Incluso los altos ejecutivos de las tecnológicas se reunieron el propio vicepresidente de los EEUU para evaluar el grado de seguridad de los productos de aquellas empresas.

Trabajo y tensiones políticas

La inversión en Inteligencia Artificial tiene otros temas por delante. Depositar la confianza y los euros en un mercado en pleno desarrollo tiene sus riesgos, claro está. Pero a las características propias de una inversión, se debe agregar que la IA generativa puede cambiar con las tensiones políticas de un mundo convulsionado. 

El mundo del trabajo va a ser afectado por la IA. Hay actividades que se podrán llevar adelante con los procesadores, como aquellas que requieren repetición y continuidad en los procesos. Incluso hay puestos de trabajo que se perderán, como en la atención al cliente y todo lo relativo a la automatización. Y del mismo modo en que los gobiernos celebran un mundo tecnológico que se abre al diseño, la producción artística y la programación informática, son esos mandatarios quienes deberán afrontar el problema del paro.

Por último, la IA generativa afronta un desafío geopolítico. Las tensiones económicas entre bloques y potencias han incitado a los gobiernos a tomar acciones restrictivas que influyen en la cadena de producción. Las medidas proteccionistas son la moneda corriente y también el recelo para compartir tecnología. El efecto puede ser una desconexión entre zonas y bloques, que limite la potencialidad de la tecnología. Y este puede ser, incluso, un punto central a la hora de decidir sobre la inversión en Inteligencia Artificial.

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